La agricultura es una actividad secundaria en la mayoría de las dehesas. El cultivo más frecuente y representativo es el cereal. Los suelos pobres y ácidos han limitado tradicionalmente su aprovechamiento agrícola a cereales como el centeno, la cebada, la avena y el trigo, y a leguminosas como los yeros, los altramuces y la veza. Su destino no suele ser la alimentación del hombre, sino para complementar el alimento del ganado (consumo a diente, en grano, paja o heno), a la vez que impide la invasión del matorral.
El triticale es un cereal que procede del cruce entre el trigo (con alto potencial productivo) y el centeno (resistente al frío y la sequía y que produce gran cantidad de biomasa).
El triticale permite un doble aprovechamiento en la dehesa. Por un lado, es un cultivo que complementa la alimentación de la ganadería extensiva en los meses de invierno, con una producción media de 1500 a 2000 kilos por hectárea de forraje de alta calidad, por su alto contenido en proteínas. Por otra parte, su capacidad para rebrotar tras el pastoreo de invierno, permite la recolección de grano. En este caso, la cosecha puede alcanzar también los 2000 kilos por hectárea.
El Centro de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Extremadura (CICYTEX) ha editado un manual básico para agricultores, ganaderos y gestores de dehesa sobre la siembra, manejo y aprovechamiento del cultivo del triticale: manual básico de triticale