Cría


La cría del toro bravo se ha perfeccionado en los últimos tiempos. Hasta mediados del siglo XIX, la cría del ganado bravo tenía lugar en grandes extensiones en las que existía un escaso control y organización del procedimiento. Hoy día, las explotaciones de ganado de lidia tienen una mayor tecnificación y especialización, y en muchas de ellas se han implantado modernas técnicas como la inseminación artificial, el implante de embriones, el ejercicio forzado de los animales, etc.

Debido al fin último del toro, su crianza tiene una serie de características particulares y muy específicas. Hasta los 2-3 años de vida, las vacas viven en libertad y separadas de los machos. Es entonces cuando tiene lugar la tienta para decidir cuáles se convertirán en futuras madres de la ganadería, y cuáles serán desechadas. Las aprobadas en la tienta estarán sometidas durante toda su vida a una constante evaluación mediante el análisis  del comportamiento y rendimiento de sus crías tanto en la plaza como en la tienta.

Las vacas que superan la tienta se agrupan en lotes de características semejantes y en cada lote se dispondrá un semental. Se busca siempre que los caracteres de hembras y macho sean complementarios para obtener una descendencia con las mejores cualidades de ambos. Algunos ganaderos consideran el origen genético materno más importante que la genética del semental, dando lugar así a las reatas matriarcales, que son el conjunto de hembras descendientes de una hembra inicial de gran calidad.

En el argot ganadero, no ligarse refiere a que un semental tiene buen origen genético y buenas características, pero no transmite esas características a su descendencia, entonces se dice que el macho no liga y debe procederse  a su eliminación.

La época de cubrición en las ganaderías bravas va desde diciembre hasta julio. El macho realizará entre 5 y 7 saltos/hembra cubierta, llegando a perder hasta 100 kg de peso, por lo que se hace necesario llevar a cabo un aporte suplementario de alimento a los sementales en este período. La gestación dura 9 meses, aunque es durante los 3 últimos cuando tiene lugar el 80 % del desarrollo de la cría.

La paridera suele tener lugar entre los meses de octubre y mayo. La vaca brava suele parir por la noche y en lugares tranquilos y apartados. Los becerros pesan unos 10 kg al nacer, y durante los 4-6 primeras semanas de vida, se alimentará únicamente de leche materna, alternándola con forraje durante los meses siguientes, hasta que tenga lugar el destete alrededor de los 8-9 meses de edad.

Con el becerro recién nacido tiene lugar la faena de ahijadoque consiste en mover el ganado y observar como los becerros y las vacas se buscan y localizan, registrando entonces con toda certeza los datos de la madre y del becerro, teniendo así controlado y al día el árbol genealógico de la ganadería.

A los 8 o 9 meses de edad tienen lugar las faenas de herradero y destete, tras las cuales, el animal vivirá libre en el campo con el resto de crías de su edad.

A los 3 años de vida, los novillos han alcanzado una morfología muy semejante a la del toro adulto, comenzando también a cambiar su carácter, volviéndose animales más serios y agresivos. Este comportamiento se hace aún más palpable durante los meses de primavera, aumentando enormemente el riesgo de animales heridos e incluso muertos. Por este motivo, siempre se suelen conformar lotes homogéneos de novillos, con edades semejantes y morfología parecida, para evitar enfrentamientos  y a la vez facilitar el manejo, ya que se trata de animales con las mismas necesidades.

Cuando cumplen los 4 años se consideran toros, y entonces se procede al enlotado, faena que consiste en hacer grupos de 7 u 8 animales y apartarlos de los demás en parcelas independientes. De ese grupo de animales se escogerán 6 para ser lidiados posteriormente en una determinada plaza.