Propiedades del corcho


Ligereza: se debe a que el 88% de su volumen es aire, lo que se traduce en una densidad baja, comprendida entre 0,12 y 0,24 kg/litro.

Elasticidad: es la capacidad de recuperar el volumen inicial tras sufrir una deformación que justifica, entre otras, su utilización para fabricar tapones.

Coeficiente de rozamiento elevado: la superficie del corcho queda tapizada por microventosas que le permiten una gran adherencia y dificultan su deslizamiento.

Alta impermeabilidad: la difusión de líquidos y gases a través del corcho es muy lenta porque se realiza a través de los plasmodesmos.

Gran poder calorífico: alrededor de 7.000 Kcal/kg.

Capacidad de amortiguación de impactos: la deformación cuando se produce un impacto se extiende a las zonas colindantes, lo que permite una buena amortiguación.

Fácilmente manejable: después de la fase de cocido se facilitan los procesos industriales con el corcho, principalmente los de corte, al volverse más blando y elástico.

Bajo contenido en agua: la humedad de equilibrio del corcho con el ambiente, una vez eliminada la raspa, no supera el 9% de su peso. Esto hace imposible la proliferación de microorganismos, confiriéndole una larga durabilidad.

Aislante térmico: la función natural del corcho es proteger las partes vivas del árbol que lo genera. Su estructura alveolar (impidiendo circular el aire), el bajo contenido en agua y la falta de conductividad le permiten cumplir su función de aislante de forma efectiva.