La dehesa, llamada “montado” en Portugal, es uno de los paisajes más singulares de la Península Ibérica. Se extiende por más de 4 millones de hectáreas en España y alrededor de un millón de hectáreas en Portugal, siendo Extremadura la región con mayor superficie de dehesa (casi un millón y medio de hectáreas).
La palabra ‘dehesa’ procede del latín “deffesa”, término utilizado en la Edad Media para los terrenos que se ‘defendían’ o ‘acotaban’ impidiendo el libre pastoreo de los ganados trashumantes.
Este ecosistema fue creado por el hombre para cubrir sus necesidades alimenticias en un medio de recursos escasos. Mediante el aclarado del bosque mediterráneo, se formaron superficies con arbolado disperso, principalmente encinas y alcornoques, que permitían el crecimiento de los pastos y el aprovechamiento ganadero, agrícola y forestal.
En la dehesa, el ganado porcino, ovino, bovino o caprino, se cría en régimen extensivo mediante el aprovechamiento de los pastos. La agricultura, además de suponer una fuente de ingresos, ayuda a controlar la invasión del matorral y proporciona alimento para el ganado, mientras que la explotación del arbolado permite la obtención de múltiples productos forestales como el corcho, la bellota, la leña o el carbón vegetal. Además, este sistema de explotación permite otros aprovechamientos como la caza, la pesca o el turismo.
La dehesa, considerada por la Unión Europea como Sistema de Alto Valor Natural, es un modelo de desarrollo sostenible con gran valor ecológico, económico y social.