Durante años ha existido un equilibrio entre la explotación y la conservación de los recursos de la dehesa.
Sin embargo, en algunas zonas, la dehesa atraviesa dificultades que amenazan su conservación y su rentabilidad. Para evitar esta situación, todas las medidas de actuación en las explotaciones deberían orientarse a la conservación del ecosistema y su sostenibilidad, garantizando el mantenimiento del sistema de explotación.
El arbolado merece especial atención, ya que las producciones de la dehesa, al igual que el paisaje, dependen de él. El árbol es el elemento que, dada su longevidad, ha sido el menos considerado y atendido hasta ahora. Por eso, hoy en día, los mayores problemas de la dehesa son consecuencia del envejecimiento del arbolado, de la falta de regeneración y, en ocasiones, de su deficiente estado sanitario.
La conservación de la dehesa a largo plazo sólo es posible mediante el empleo de buenas prácticas como:
Debemos conservar y proteger la dehesa, teniendo en cuenta que es un ecosistema creado por el hombre y, por lo tanto, necesita de su actuación y cuidado para mantenerse.