Bellota


Uno de los aprovechamientos tradicionales de la dehesa es la montanera, que es el consumo directo en el campo de bellota y pasto por parte del ganado porcino. Generalmente comienza a finales de octubre y se mantiene hasta finales de marzo, y durante este tiempo el animal recorre las dehesas aprovechando todo aquello que le aporta el ecosistema, la energía de la bellota y la fibra y vitaminas de los pastizales. La montanera es un ejemplo extraordinario de integración del animal y su medio, ya que, además de alimentarse, el ejercicio que realiza retarda su engorde, lo que se traduce en la formación de carnes extremadamente jugosas. El acabado del cerdo ibérico en montanera es exclusivo de este animal y da lugar a los mejores jamones y chacinas del mundo.

La bellota es por tanto la base alimenticia de la montanera. El cerdo no aprovecha todo el fruto, sino que elimina la cúpula y la cáscara, quedándose con la pulpa. La pulpa de la bellota se caracteriza por poseer una concentración muy baja de proteína y un contenido muy alto de glúcidos y lípidos, lo que hace que sea un alimento muy energético.

La producción de bellota en una dehesa puede oscilar entre 100 y 1000  kg/ha anuales, siendo los valores más habituales los comprendidos entre 200 y 600 kg/ha (7 – 18 kg/árbol), con grandes variaciones interanuales.  La producción de bellotas es tan variable porque depende de diversos factores: del número de árboles y su distribución, del estado sanitario del arbolado, de la edad, dimensiones y estructura de copa del árbol individual, de sus características genéticas y de las condiciones climáticas reinantes y previas. El aforo de la producción de bellotas es necesario para una gestión ordenada y adecuada de la explotación.

La bellota también puede utilizarse para el consumo humano, cruda o tostada a la brasa, y en determinadas zonas de Extremadura se emplea en la elaboración de licor.