En las dehesas existen numerosas especies de hongos, y todos realizan una función específica en el mantenimiento del equilibrio del sistema: los hongos saprófitos descomponen la materia orgánica; los parásitos atacan a los individuos más débiles, seleccionando así a los más fuertes y los simbiontes participan en la nutrición de muchas especies herbáceas y leñosas.
Pero además de su importancia ecológica, son un recurso de primer orden, ya que cada año se recogen en los espacios adehesados de Extremadura más de 5 tonelada de setas. Esto se debe en gran medida a que, de los principales géneros de hongos que se consumen en España, la mayor parte de ellos pueden encontrarse en las dehesas extremeñas: Agaricus, Amanita, Boletus, Clytocibe, Lactarius, Pleurotus, Suillus, Terfezia y Tricholoma. Algunas de las especies más recolectadas son el champiñón silvestre (Agaricus campestris), la criadilla de tierra (Terfezia arenaria) y el níscalo (Lactarius deliciosus).